Escritores Del Paraguay
viernes, 2 de junio de 2017
Efraím Cardozo
Efraím Cardozo
Efraím Cardozo Sosa (Villarrica, Paraguay, 16 de octubre de 1906 - 10 de abril de 1973) fue un político e historiador paraguayo.
Infancia y estudios
Nació en Villarrica, Paraguay el 16 de octubre de 1906. Hijo del ilustre maestro guaireño Ramón Indalecio Cardozo y de doña Juana Sosa, pasó su infancia en un hogar noble y culto, heredó de sus mayores el amor a la lectura y nobles principios de dignidad y rectitud. Contrajo matrimonio con Hilda Clara Saguier Aceval.
En 1921 ingresó al Colegio Nacional de Asunción donde demostró aguda inteligencia; en 1925 ejercía la presidencia del Centro Estudiantil y dirigía con Juan Esteban Carrón la revista “Ariel”. Culminó el bachillerato con relevantes calificaciones y de inmediato comenzó sus estudios de abogacía, de cuya institución madre egresó con desempeño brillante. Su tesis doctoral versó sobre “El Chaco en el Virreinato del Río de la Plata”
En pocos años, su nombre era conocido en los ámbitos intelectuales y periodísticos. Aficionado a la investigación histórica cosechó un profundo conocimiento del pasado del atribulado Paraguay. Su actividad académica fue fecunda. Ejerció la cátedra en la Universidad Nacional, en la Universidad Católica y en colegios secundarios San José y Teresiano.
Actividades públicas
Se desempeñó como secretario de la Presidencia de la República (1928-1932)
Secretario de la Legación Nacional en Río de Janeiro (1933)
Durante la contienda con Bolivia (1932-1935) prestó servicios en el Comando de operaciones del General José Félix Estigarribia.
El presidente Eusebio Ayala lo designó miembro de la Comisión de Límites cuyos trámites se concretaron con la firma del protocolo del 12 de junio de 1935.
Más adelante fue nombrado secretario general de la Delegación paraguaya ante la Conferencia de Paz. Derrocado el gobierno liberal, el doctor Cardozo se afincó en Buenos Aires donde trabajó como redactor del diario “La Razón”. Durante el gobierno de Félix Paiva fue designado Delegado Plenipotenciario ante la Conferencia de Paz que se llevó a cabo en Buenos Aires con la presencia de representantes americanos.
Integró la delegación ante el Colegio Arbitral que rubricó el laudo limítrofe de 1938. En el gobierno del presidente Estigarribia fue parte de su primer gabinete, ocupando la cartera de Justicia, Culto e Instrucción Cívica, al tiempo de interinar el cargo de canciller. Fue Diputado Nacional en 1938.
En 1940 fue designado Ministro Plenipotenciario ante el gobierno argentino. Proscrito el partido Liberal, el doctor Cardozo volvió a su antiguo trabajo en el diario “La Razón”. A lo largo de su vida hizo acopio de valiosa información y documentos históricos referidos al Paraguay y al Río de la Plata. En 1954 dictó clases en Europa, en el Instituto de Cultura Hispánica invitado por la Escuela de Estudios Superiores Latinoamericanos.
Publicaciones
Sus afanes de comunicador comenzaron con el despertar de su inteligencia. En 1917, cuando era un niño de diez años y en conjunto con otros compañeros de aula, publicó “El guaireño”, periódico que según los memoriosos guardaba las características de prensa adulta.
Fue redactor y director del diario “El liberal”. Colaboró con la redacción de artículos en “La Razón” de Buenos Aires, “El Radical”, “ABC” y “Comunidad” de Asunción.
Desde 1923 hasta los inicios de la guerra con Bolivia publicó sucesivas obras referidas a la defensa de los derechos jurídicos del Paraguay en el conflicto que amenazaba la pérdida del Chaco Boreal. “El Chaco en el Régimen de las Intendencias. La creación de Bolivia”, “El Chaco y los Virreyes. La cuestión paraguayo-boliviana según documentos de los archivos de Buenos Aires y de Río de Janeiro”, “La Audiencia de Charcas y la Facultad de gobierno” “Apuntes de historia cultural del Paraguay” son obras que testimonian la riqueza y la seriedad de sus argumentaciones que le revistieron de notoriedad continental.
Medio centenar de sus escritos constituyen una valiosa fuente de conocimientos para novatos y especialistas. Su colección de 13 tomos de “Hace Cien años”, recopilación de artículos del diario “La Tribuna”, publicados a lo largo del centenario de la epopeya del setenta, se mantiene como gran testimonio de inobjetable valor. “El Paraguay de la Conquista”, “El Paraguay Colonial. Las raíces de la nacionalidad” y “El Paraguay Independiente” son obras imperecederas que adquieren mayor dimensión con el paso de los años. En 1961 el diario “La Prensa” de Buenos Aires le confirió el premio Alberdi-Sarmiento.
Fallecimiento y legado histórico
Su nombre figura entre los más ilustres historiadores del Paraguay. Miembro de un centenar de instituciones y academias de todo el continente y de España, dedicadas al estudio de la memoria social e histórica de las naciones americanas, sus opiniones fueron de gran trascendencia en la formación intelectual de generaciones de jóvenes estudiantes e investigadores.
Falleció siendo senador de la Nación el 10 de abril de 1973.
Obras
El Paraguay Independiente. Efraím Cardozo
Apuntes de historia cultural del Paraguay, Efraím Cardozo
Vísperas de la Guerra del Paraguay, de Efraim Cardozo. El Ateneo Editorial, Buenos Aires. 1954
sábado, 4 de marzo de 2017
JUSTO PASTOR BENITEZ
Justo Pastor Benítez fue un escritor, periodista y político paraguayo.
Índice
1Infancia y juventud
2Vida política
3Guerra del Chaco
4Obras
5Legado y aportes a la cultura
6Últimos años
7Referencias
8Enlaces externos
Infancia y juventud
El doctor Justo Pastor Benítez nació en Asunción el 28 de mayo de 1895 en el hogar formado por Pedro Benítez y Ramona Coronel.
En 1913 recibió el diploma de bachiller del Colegio Nacional de la Capital y el de doctor en Derecho en 1919.
A pesar de su ideología liberal, desde joven se adhirió a las discutidas ideas reivindicatorias de la figura de Francisco Solano López propiciadas por Juan E. O’Leary. No claudicó de esta posición, postura que le acarrearía críticas de sus correligionarios y otros grupos antilopistas.
Vida política
A los 25 años de edad comenzó su agitada vida política en el Parlamento y en la prensa donde muy pronto adquirió prestigio por sus agudos dotes de polemista.
De vuelta al Paraguay, ocupó nuevamente una banca de diputado y en 1930 el gobierno del doctor José Patricio Guggiari lo designó Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública.
En 1931 desempeñaba la cartera del Interior cuando ocurrieron los trágicos sucesos del 23 de octubre, hecho en el que fue involucrado por sus enemigos políticos.
Guerra del Chaco
Estallada la guerra con Bolivia, el presidente Eusebio Ayala le confió la cartera de Relaciones Exteriores: en 1934, por discrepancias con el presidente Eusebio Ayala, fue designado ministro de Paraguay en Río de Janeiro, ciudad en la que encontraría refugio en la caída del gobierno liberal en 1936. En agosto de 1937, con el efímero retorno de los liberales, Benítez se reintegró como representante diplomático ante el gobierno de Brasil.
Durante el gobierno del doctor Félix Paiva, viajó a Bolivia como representante diplomático del Paraguay correspondiéndole participar en el restablecimiento de las relaciones con el gobierno boliviano tras la firma del tratado de paz, amistad y límites del 21 de julio de 1938.
En febrero de 1940 asumió la presidencia el Gral. José Félix Estigarribia y Benítez fue nombrado ministro de Hacienda.
Poco después se convirtió en artífice de la Carta Fundamental – la Constitución del 40 – que impuso al país un régimen político en el que se percibían los influjos de los movimientos totalitarios de la época, como la clausura del parlamento, la persecución a los sindicatos y la suspensión de toda actividad partidaria. Esa grave responsabilidad sería sobrellevada por el doctor Benítez, distanciado de sus amigos y correligionarios, hasta el fin de sus días.
Decía Alfredo Seiferheld que quedó el estigma como la faceta más oscura del literato de prosa fácil y de sentir profundo.
Muerto Estigarribia en un accidente aéreo, Benítez conoció la prisión de Peña Hermosa y el exilio en el Brasil.
Obras
Su obra literaria es rica y diversa:
En 1910, con apenas quince años de edad, publicó La Causa Nacional
En 1920, Ideario político
En 1924, La Constitución de 1940
En 1929, El Arzobispo en el Paraguay
En 1932, Ensayo sobre el liberalismo paraguayo
En 1934, Bajo el signo de Marte
En 1935, Panorama de la literatura paraguaya
En 1937, La vida solitaria del doctor José Gaspar de Francia, dictador del Paraguay.
En 1943, Estigarribia, soldado del Chaco
En 1947, El solar guaraní
En 1949, Carlos Antonio López
En 1955, El mirador de un exiliado y Formación Social del pueblo paraguayo
En 1958, Genocidio Americano
En 1961, Mancebos de la tierra
Existe un gran volumen de artículos periodísticos que demuestran su enorme ilustración y la fuerza de su carácter polémico y perspicaz.
Legado y aportes a la cultura
Desde joven ejerció el periodismo. Se inició en El Diario y más tarde escribió en El Radical.
En 1962, Benítez se hallaba en Asunción. Fue en el momento uno de los principales referentes de la inteligencia paraguaya. Su nombre aparece en la bibliografía internacional además de colaborador de enciclopedias y compilaciones diversas.
Colaboró con diarios extranjeros: O Jornal, O Jornal do Comercio de Río de Janeiro y La Prensa y La Nación de Buenos Aires.
Fue vicepresidente del Instituto de Investigaciones Históricas del Paraguay; miembro de la Academia Paraguaya de la Historia; miembro de la Academia Paraguaya de la Lengua, de la Academia de Derecho Internacional Americano y miembro de diversas academias de historia del continente.
Fue nombrado Ciudadano Honorario de Río de Janeiro.
Su conducta honesta le permitió afrontar a sus detractores políticos, con la conciencia de haber llegado al fin de su vida con la misma humildad que lo distinguió en todas sus acciones públicas y privadas.
Últimos años
Falleció en Asunción el 6 de febrero de 1963, a los 67 años de edad, veinticinco de los cuales había visto transcurrir en tierras extrañas.
lunes, 10 de octubre de 2016
2 CUENTOS BREVES DE RAFAEL BARRET
Rafael Barret |
LA FICCIÓN BREVE EN BARRETT
"Barrett nos enseñó a escribir a los escritores paraguayos de hoy, nos introdujo vertiginosamente en la luz rasante y al mismo tiempo nebulosa, casi fantasmagórica de la realidad que delira, de sus mitos y contramitos históricos, sociales y culturales".
Estas palabras de Augusto Roa Bastos definen la fundamental importancia de Barrett en la literatura paraguaya. De él parte la concepción del realismo crítico en la visión de la materia narrativa y son precisamente sus cuentos breves los que revelan su notable don estético para la construcción del relato. Estos cuentos son ceñidos, estrictos y en ellos la condensación del sentido de lo relatado alcanza su máxima eficacia de significado humano y social. El estilo y la lengua de Barrett juegan con los recursos retóricos, los que en seis manos encuentran una gran virtualidad. La ironía y la paradoja, recursos esencialmente intelectuales, son sisadas por Barrett con destreza, sensibilidad y belleza, como nunca antes en la literatura hispanoamericana.
FRANCISCO PÉREZ-MARICEVICH
CUENTOS DE RAFAEL BARRETT
SOÑANDO
Era como un inmenso baile de personas y de cosas. Figuras de todos los siglos pasaban en calma o se precipitaban girando. Animales fantásticos y objetos sin nombre se mezclaban a los mil espectros de un carnaval delirante. El espacio infinito parecía iluminado por la fiebre. No había piso ni techo. Se adivinaba la noche más allá de la luz.
Yo me trasladaba de un punto a. otro sin esfuerzo. Nada resistía ni entorpecía a nada. Flotábamos en un ambiente suave como el polvo de las mariposas. El inundo estaba vacío de materia y lleno de vida.
De un racimo de seres agitados se desprendió hacia mí un caballero vestido de frac. Venía tan de prisa que atravesó en su carrera el cuerpo de una desposada melancólica. Cuando llegó a mi lado observé la angustia de su rostro contraído.
-¿Qué le sucede, señor profesor? -pregunté.
-El chimpancé se ha vuelto loco. Ya sabe usted que era mi mejor sirviente. Hasta fumaba mis cigarrillos. Un mono admirable, superior al hombre, puesto que ojo hablaba. Imitaba perfectamente mis movimientos y aprendía cuanto se le enseñaba. Usted recordará mi última conferencia sobre los simios antropoides. Él la inspiró. Pues bueno: ayer me entretuve tirando al blanco en el jardín delante del mono. ¡Nunca lo hubiera hecho! He querido meterme ahora en casa porque se hace tarde. ¿Creerá usted que el maldito chimpancé me ha recibido a tiros, confundiendo mi pechera con el blanco? Por poco no me acierta. ¿Cómo entrar en mi casa, Dios mío?
De lo alto del firmamento llovían pétalos rosados. Cerca de nosotros una niña rubia decía que no a un banquero.
-¡Una idea! -exclamó de pronto un poeta lírico que nos había, quizás, escuchado. Su cabellera larguísima y sucia olía mal. Los mechones semejaban serpientes, y de cada uno colgaba un volumen, de modo que el hombre llevaba siempre consigo su biblioteca. A la cintura ostentaba un cuchillo envainado. Lo desnudó con gestó teatral.
-¡No tembléis! Esto no es un puñal, sino una pluma, y mis venas son mi tintero. Por ellas no corre sangre, sino tinta.
Se hundió el arma varias veces en el corazón y embadurnó la pechera del profesor con el negro líquido, gritando.
-¡Lo salvé! ¡Lo salvé!
Sin comprender cómo me hallé de repente acostado sobre la arena fría de una playa. El mar, de un azul luminoso, extendía su oleaje brillante bajo el cielo borracho de sol. Una adolescente, más bella que Venus, vagaba por la orilla, mojando sus pies de nácar en la lisa lámina de cristal que se deslizaba cantando. Su túnica era casta como la espuma. Sus ojos de ángel estaban penetrados de bondad y de amor. Una nube de pájaros alegres y puros revoloteaba en torno. Noté que la encantadora virgen los cogía y les arrancaba las alas.
-¿Por qué, por qué? -gemí dolorido.
-Les arranco las alas-suspiró su voz melodiosa-para que no se cansen volando.
Caían lentamente las tinieblas espesas como cae el légamo al fondo de un charco, y distinguí a enorme distancia el resplandor confuso de la fiesta aérea. Me propuse alcanzarla, mas un abismo de una profundidad espantosa me detuvo. Subía de él un silencio más horrible que el trueno. En el opuesto borde se alzaba un peñasco siniestro que dibujaba su silueta de azabache, cortando el horizonte sombrío, y sobre el peñasco una mujer harapienta se retorcía los brazos mirando el precipicio.
-¿Qué? ¿Qué hay? ¡Oye! -clamé. ¡Oye!
Ella no oía y seguía mirando. La sombra se hizo más densa aún, y fue borrando aquel gesto de agonía. Ya no quedaba más que la noche insondable, y el resplandor lejano y confuso de la fiesta aérea. El resplandor se fue transformando en una nebulosa, y la nebulosa en la luna, luna serena y plácida.
Deseé ir a ella, y desperté. La luna era el globo de mi lámpara encendía. Sobre mi mesa de trabajo dormían mis libros.
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EL HIJO
Hace muchos años, vivía un matrimonio. Eran muy pobres, él leñador, ella lavandera. Eran muy feos, casi horribles; ella con su enorme nariz y sus cejas de carbón, parecía una bruja; él, con su áspera pelambre, parecía un oso. Pero se amaban tanto, tanto, que tuvieron un niño más bello que la aurora.
No se atrevían a acariciar con sus rudas manos aquella carnecita en flor. Adoraban al hijo como a un Jesús. Le pusieron una riquísima cuna, le alimentaron con la leche de la mejor cabra del valle. Creció, y le vistieron y ataviaron lujosamente. Besaban la huella de sus pies, y se embriagaban con el eco de su voz. Necesitaron oro para el ídolo. El padre cortaba leña de día, y de noche se dedicaba a faenas misteriosas, hasta que le sorprendieron en ellas y le ahorcaron. La madre, cuando no lavaba en el río, pedía limosna. A veces, a lo largo del camino, encontraba señores, que se detenían al verla, y se reían de la enorme nariz y de las cejas de carbón. “! Bruja, móntate en este palo, y vuela al aquelarre!". Entonces la mujer hacía bufonadas, y recogía monedas de cobre.
Entretanto, el hijo se había transformado en un arrogante doncel. Ocioso y feliz, paseaba su esbelta figura adornada de seda y de encajes. En sus talones ágiles cantaban dos espuelas de plata, y sobre su gorro de terciopelo se estremecía una graciosa pluma de avestruz. Si le hablaban de la lavandera, respondía:
-No la conozco; no soy de aquí.¿Mi madre, esa vieja demente? Y todavía sospecho que es ladrona.
Sin embargo, iba en secreto al hogar, donde encontraba siempre un puñado de dinero, una mesa con sabrosos manjares, un lecho pulcro y dos ojos esclavos.
Una vez pasó la hija del rey de la comarca, y se enamoró del mozo.
-¿Cuál es tu familia? -preguntóle.
-Soy el príncipe Rubio -contestó-. Mi patria está muy lejos, a la derecha del fin del mundo.
La niña le creyó y se casó con él. Hubo grandes fiestas, y fueron enviados a la derecha del fin del mundo embajadores que no volvieron. La madre hubiera muerto de orgulloso placer si no hubiera pensado que aún podía, por algún azar, ser útil a su hijo.
Un año después se supo que el príncipe había caído enfermo de una enfermedad contagiosa y horrible. La princesa había huido de su lado, y nadie se atrevía a socorrerle. El príncipe agonizaba a solas.
Entonces la madre se arrastró hasta las puertas del palacio, y tanto hizo que la dejaron entrar como enfermera. Su hijo estaba en un soberbio lecho de damasco, bajo un dosel de púrpura. Su rostro desparecía, devorado por una lepra monstruosa.
-Hermoso mío -dijo la madre-. Yo te salvaré.
Y lo besó y cuidó amorosamente hasta la noche.
Pero a medianoche vino la Muerte por el príncipe.
-Muerte, ten compasión de mí -suplicó la madre-. Lleva a esta anciana decrépita, y no a este joven lleno de vigor. Permítele vivir, y engendrar para ti nuevos mortales.
-¿Cuál de los dos? -preguntó sonriendo la Muerte al leproso.
El príncipe alargó su diestra descarnada y señaló a su madre, que lanzó un grito de alegría.
-¡Gracias, hijo mío!
Y la Muerte la tomó en brazos, y la arrebató sin esfuerzo, porque pesaba menos que un fantasma.
Al día siguiente, el príncipe apareció sano y robusto ante su corte. Más tarde fue rey, y reinó mucho tiempo, y tuvo muchos hijos, y gozó de todos los deleites de la tierra.
Pero su barba blanca alcanzó a sus rodillas, y sus huesos se secaron. Le llegó su hora, y llamó a su madre.
-¿Qué quieres, niño mío? -suspiró en silencio.
-¡Salvarme!
-Hijo mío, yo fui; ya no soy nada, sino un dolor sin cuerpo. Quizá me oíste gemir en el viento y llorar con la lluvia en tus cristales. En mí no quedó sustancia ni energía. Soy menos que el recuerdo de una sombra. Ni siquiera puedo reunir mis lágrimas para ti. Soy tu madre muerta.
-¡Madre cruel, madre amarga, maldita seas mil veces! -exclamó el moribundo.
-¿Cuál es mi crimen? -sollozó el silencio.
-¿Para qué me diste la vida, si no me diste la inmortalidad
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viernes, 23 de septiembre de 2016
LA LITERATURA PARAGUAYA CONTEMPORÁNEA
LA LITERATURA PARAGUAYA CONTEMPORÁNEA
Por MARIBEL BARRETO
Constituye
para mí un honor y a la vez un placer presentar en esta ocasión de la Feria del
Libro en la ciudad de Buenos Aires algunos aspectos de la literatura para guaya
en la actualidad, lo cual impone una delimitación del tema, dada su extensión.
Consideraré el contexto sociocultural en que se sitúa el escritor, el campo
editorial y el mundo de la creación.
Las circunstancias políticas y económicas en el Paraguay de hoy día impulsan en forma progresiva la difusión de las obras en el exterior. Nuestro país va perdiendo poco a poco esa actitud de sometimiento y de miedo a la libertad que marcó la larga dictadura. Esta era democrática favorece la libre circulación de ideas. Las ventajas económicas del Mercosur para el Paraguay, en el aspecto cultural, deberían favorecer el intercambio intelectual, lo que sin duda conlleva la propagación de nuevas corrientes del pensamiento; sobre todo, favorecerá la configuración de una mentalidad menos restringida, más abierta para romper el aislamiento cultural que ha caracterizado la vida de nuestro país. El esfuerzo desplegado por algunos intelectuales para destruir las barreras de la mediterraneidad es innegable, se van abriendo nuevas sendas para el desarrollo de una literatura que comunica experiencias universales, sin abandonar, desde luego, los temas nacionales.
A pesar de los esfuerzos desplegados por los escritores, la literatura paraguaya sigue siendo poco conocida en el exterior. Es escasa la cantidad de autores cuyas obras han trascendido las fronteras de nuestro país. Se conocen pocos estudios críticos dentro del país o en universidades extranjeras sobre la narrativa o la poesía paraguaya de la actualidad. Sin embargo, nuestra literatura ha progresado cualitativa y cuantitativamente, aunque todavía no llega al lector extranjero, como es el anhelo de escritores y escritoras; tampoco se logra la atención de la crítica extranjera a causa de la escasa divulgación, desde luego, que en algunas universidades norteamericanas, alemanas o francesas existen estudios, pero éstos no son difundidos en nuestro medio.
Con el auge de las comunicaciones y de la globalización, el aislamiento ya no se justifica; es una realidad que se va imponiendo en el país, que los intelectuales conocedores de las peculiaridades de su pueblo, también estén empapados de las corrientes filosóficas, sociológicas o políticas predominantes en el mundo actual.
Las nuevas generaciones poseen conceptos culturales de avanzada, mediante viajes y estudios en universidades del exterior han adquirido una formación más sólida con las lecturas de autores extranjeros y han comprendido la necesidad de escapar de la mediocridad y del aislamiento internacional. Además, hoy día el país ya tiene una visión más actualizada de la sociedad y cualquier esfuerzo para que el Paraguay se conecte con el exterior será favorable. Los paraguayos vamos perdiendo nuestra visión endogámica del mundo, los jóvenes de esta generación se informan mejor y van descubriendo culturas diferentes gracias a las redes informáticas.
En el Paraguay, durante las sucesivas dictaduras, se había desarrollado una cultura autoritaria muy fuerte, que miraba al escritor como enemigo del poder, lo que se reflejó en la falta de libertad para producir; aún en la actualidad, la política sigue siendo un problema para la difusión de la cultura. Los vaivenes políticos, lejos de provocar en los habitantes la indiferencia, acrecientan su interés hacia la política, que está presente en las conversaciones cotidianas de las personas, aunque en el fondo subsiste cierto temor para expresar abiertamente los verdaderos pensamientos. El interés por la política hace que la gente lea más los diarios que los libros, habiéndose convertido la prensa en el medio de información preferido de los paraguayos, lo cual gravita en la cultura individual; por tanto, la influencia cultural ha sido desplazada por la información periodística. Aquello que no esté presentado en los medios periodísticos tiene dificultades para integrarse a la cultura de los individuos, que prefieren la prensa o la informática antes que la lectura de un libro. Es innegable que los ingentes esfuerzos de los medios de prensa para la publicación de obras de autores consagrados, constituye un aporte bibliográfico importante para los estudiantes y educadores.
Los gobiernos y las clases gobernantes, hasta hace poco no consideraban las obras literarias como parte del patrimonio nacional. El pueblo pobre económica y culturalmente tampoco las considera corno un bien necesario, precisamente porque no contribuye a su subsistencia. Como consecuencia, podernos deducir que los productos literarios, hoy por hoy, no son considerados como aportes económicos, es decir, son valorados corno hechos sociales de menor importancia, lo cual se revela en las cifras de ventas de las ediciones: no sobrepasan los mil ejemplares en narrativa y quinientos ejemplares en poesía.
La manipulación de la historia trajo como consecuencia que el pueblo tuviese una dimensión ficticia del pasado, corno sucede con la figura de los dictadores presentados como prototipos, pero los sectores de la población joven y más culta cuestionan el hecho de que los dictadores se autoproclamen héroes dignos de admiración por el hecho de creerse herederos del pasado para favorecer sus intereses políticos.
La falta de interés del pueblo por la lectura y la ausencia de una clase burguesa, a causa de la destrucción de la clase media en la guerra civil del 47, fue un revés para la literatura y las artes, pero los escritores en el exilio crearon obras poéticas o narrativas que estuvieron a la altura de las de los demás países.
Durante los últimos años ha habido una expansión del género narrativo en cuanto al número de obras. Los autores como AUGUSTO ROA BASTOS, GABRIEL CASACCIA, RUBÉN BAREIRO SAGUIER han situado a la narrativa paraguaya en el ámbito internacional, pero aún hoy día, los escritores jóvenes y otros no tan jóvenes deben conformarse con las publicaciones internas y seguir esperando el reconocimiento exterior.
Con el avance tecnológico, poco a poco, el país está perdiendo su mediterraneidad y es preciso que las editoriales paraguayas se conecten a alguna red internacional de distribución de libros, para que las grandes editoriales mundiales miren con interés la producción de los escritores y escritoras del Paraguay.
Debo agregar además la debilidad de la crítica literaria. La Universidad Nacional no forma críticos y aún no existe un departamento de investigación literaria. Profesores que han desarrollado su labor en el extranjero como HUGO RODRÍGUEZ ALCALÁ, OSVALDO GONZÁLEZ REAL, y JUAN MANUEL MARCOS, aunque realizan una labor investigativa no es permanente, con excepción de TERESA MÉNDEZ FAITH y ENRIQUE MARINI PALMIERI, ambos residentes en el exterior. Los dos últimos han desarrollado la crítica por un tiempo y luego requeridos por otros menesteres la han postergado. Raúl Amaral, argentino de origen, pero con una larga permanencia en nuestro país, ejerció la crítica y publicó trabajos de muy alta calidad, así como FRANCISCO PÉREZ MARICEVICH ha desarrollado trabajos meritorios sobre obras y autores paraguayos, pero en general, la investigación rigurosa es bastante escasa, los estudiantes universitarios deben recurrir a los prólogos de las obras que no siempre son muestras de trabajos estructurados con técnicas avanzadas.
Necesitamos que se formen equipos de investigación literaria en las universidades, las cuales destinan sus escasos recursos preferentemente a las carreras técnicas. Conviene cimentar una tradición de crítica literaria científica, aunque sólo sea un esfuerzo individual, que los autores la irán enriqueciendo paulatinamente.
** En el país, los programas de literatura del nivel medio o secundario son dirigidos por el MEC. Las innovaciones últimas son positivas, el enfoque de la enseñanza de la literatura favorece el contacto con el texto literario antes que la historia de la literatura.
A partir de los años 80, venimos asistiendo a tres fenómenos importantes: la consolidación de la novela en el Paraguay, el éxito de la narrativa femenina y el repliegue del tema rural, porque los narradores optan por unos géneros más actuales, incluso la ciencia-ficción, lo que significa la incorporación progresiva a las corrientes universales. Podemos argüir que actualmente la narrativa paraguaya con un mínimo de publicaciones y tendencias se aproxima a la de otros países en cuanto a calidad. Desde los años 80 es más fácil apreciar las causas externas a la producción de textos literarios que ayudaron a impulsar un mayor número de editoriales. La creación de nuevos talleres literarios y en particular los destinados al cuento, a más de la convocatoria a concursos incentivan la creatividad de los jóvenes, hecho que valoramos positivamente.
Es perentorio que se defina una política cultural coherente que motive los proyectos editoriales desinteresados como aquel ideado por Don AUGUSTO ROA BASTOS en 1989 cuando obtiene el Premio Cervantes de las letras españolas y anuncia la creación de Fundalibro, un fondo editorial, para equipar bibliotecas con obras de autores paraguayos, tendría que surgir un nuevo interés por resucitarlo.
La literatura que aparece después de la era stronista en este tiempo que vivimos, signado por el pragmatismo, el enjuiciamiento de las manifestaciones culturales vigentes, encuentra la expresión directa de los estados de conciencia, la inconformidad con la realidad, lo cual caracteriza la poesía de nuestro tiempo.
Los
escritores proscriptos de su propia tierra a causa del extrañamiento forzoso,
inician su proceso hacia el año 1945 y se va acentuando más en las décadas
sucesivas, el exilio ya no es solamente el destierro real sino el interno que
impide que la literatura sea expresión cíe la realidad a causa de las
limitaciones autoimpuestas por los propios creadores, el exilio a causa de la
guerra civil o las persecuciones políticas marca los desgarramientos vividos
por el escritor paraguayo y sobre todo, cine el desarrollo cultural se ha visto
desarticulado como consecuencia de los sucesivos movimientos migratorios.
El diálogo con el yo, el buceo del subconsciente para determinar la raíz del dolor, del desengaño, la desilusión así como el retorno a una mirada optimista hacia la vida, el ser social y la búsqueda de la felicidad y el amor en JACOBO RAUSKIN, WILLIAM BAECKER, FERNANDO PISTILLI, AUGUSTO CASOLA, CATALO BOGADO, JOAQUÍN MORALES y JORGE GÓMEZ RODAS entre otros.
ELSA WIEZELL nos ha brindado varios volúmenes considerable de obras que demuestran su preocupación humanista. Poesía intelectual, filosófica, en la cual laten el destino del hombre, la lucha entre el bien y el mal y el eterno tema del amor.
Espíritu sensible, justeza y sobriedad, en GLADYS CARMAGNOLA. Preocupación por el ser humano y vitalidad en las imágenes, y autenticidad, campean en los textos poéticos de NILA LÓPEZ. Los temas de carácter ecológico en RAQUEL CHAVES, RENÉE FERRER. El erotismo enAMANDA PEDROZO y la poesía amatoria en DELFINA ACOSTA y el estallido pasional en MARÍA EUGENIA AYALA CANTERO y el acendrado humanismo palpitan en los versos intimistas, con obsesión de transparencia, en los poemas de LOURDES ESPÍNOLA.
El impacto de las coordenadas espacio-temporales y las preocupaciones sociales y por ende históricas enmarcan la poesía de LUIS MARÍA MARTÍNEZ, CARMEN CASARTELLI y MIGUEL ÁNGEL CABALLERO FIGÚN.
** Los regímenes militares condicionaron el campo literario y el discurso de poetas y escritores, a la par que trasladaron a la ficción los temas por medio de la recreación de los recuerdos; la valoración de la memoria colectiva como fuente del acercamiento de los hechos y su posterior simbolización. Esta preocupación por perpetuar el recuerdo mediante la forma simbólica encontramos en la poesía de RUBÉN BAREIRO SAGUIER y de RENÉE FERRER.
El mito y los textos legendarios ya no constituyen el eje de las creaciones tanto en la narrativa como en la poesía, en lengua castellana. Escritores y escritoras en con tacto con las obras y los autores foráneos van integrándose a la corriente de la cooperación cultural con el fin de lograr la atención de la crítica literaria.
En el
firmamento de la narrativa fulguran nombres como CASACCIA, AUGUSTO ROA
BASTOS, siempre vigentes, y los de RUBÉN BAREIRO SAGUIER, RAQUEL SAGUIER,
RENÉE FERRER, ya clásicos, las escritoras del taller Cuento Breve, DIRMA
PARDO CARUGATI, LUISA MORENO, MAYBEL LEBRON, MARGOT MICHELAGNOLI, todas
ellas creadoras infatigables, cabe agregar los nombres como MARÍA IRMA
BETZEL, MARÍA EUGENIA GARAY, MILLA GAYOSO y ADRIANA ALMADA.
La novela histórica de GUIDO RODRÍGUEZ ALCALÁ, voz crítica que cuestiona hechos y personajes de la historia, con agudeza de ingenio, desmitifica la historia del Para guay para explicar el presente. La novela de LUIS HERNÁEZ, uno de los novelistas actuales que emplea la pluralidad de voces narrativas y aplica técnicas innovadoras y experimentales. Existen rasgos de la novela erótica en JUAN MANUEL MARCOS. La búsqueda de la dignidad personal del ser humano y sobre todo de la mujer en SUSANA GERTOPAN, novelista prolífica.
Obra
localizada ya en la transición democrática es la novela de ANDRÉS COLMÁN
GUTIÉRREZ, cuya trama analiza la situación del indígena y la del campesino, en
el con texto de la sociedad rural; la progresiva pérdida de la identidad del
país sometido a la violencia.
La preocupación por la penetración silenciosa de brasiguayos, la pérdida de nuestros recursos naturales, negocios sucios y crimen organizado se descubren en los cuentos y en la novela de MARIBEL BARRETO.
El hecho de tener que autofinanciarse, impide la aparición de publicaciones de nuevos escritores, por su costo, aunque existen varios autores con producciones aún inéditas que necesitan surgir. Existe una generación de jóvenes narradores como IRINA RÁFOLS, MIRTA PIRIS, ANDRÉS LOBO, CAROLINA CANESE, MÓNICA BUSTOS, EVER MEDINA, RAÚL FIGUEREDO, EDUARDO FILIPPI, PAULA AGUILERA ODDONE, que han publicado últimamente a quienes auguramos una trayectoria luminosa en el campo de las letras paraguayas.
La
producción literaria en nuestro país, aunque cuantitativamente inferior a la de
sus vecinos, cada día aumenta en calidad en cuanto a los aspectos técnicos y
humanos; por la actualización temática y estilística que le asegura una
evolución ascendente a más de tender hacia una universalidad cada vez mayor.
Remarcamos que la literatura paraguaya se encuentra en una etapa de expansión, se está configurando un nuevo contexto sociocultural. Esperamos suscite suficientes motivaciones para que narradores y poetas desarrollen su genio y su estro; en un Paraguay distinto donde ellos puedan forjar por medio de su pluma los cambios esperados por generaciones de intelectuales y de un público lector que poco a poco va aficionándose a la lectura y empieza a apreciar las voces de quienes saben interpretar sus anhelos.
Fuente: “REVISTA DEL PEN CLUB DEL PARAGUAY. POETAS – ENSAYISTAS - NARRADORES”
IV ÉPOCA - Nº 13. Arandurã Editorial,
Asunción-Paraguay, Agosto 2007.
miércoles, 31 de agosto de 2016
Gabreil Casaccia, La Llaga
LA LLAGA
Novela de GABRIEL CASACCIA
Editorial EL LECTOR,
Asunción- Paraguay
1987 (165 páginas)
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Su segunda edición llevó el sello de la editora paraguaya NAPA y ahora EL LECTOR se complace en publicar su tercera edición, la cual se ve enriquecida con un estudio-prólogo de uno de los más serios conocedores de la obra casacciana, el profesor FRANCISCO E. FEITO, quien hace un análisis exhaustivo de la novela, tanto en el tema que desarrolla como en sus personajes. Esta obra ha concitado el interés de críticos de diversas latitudes. En la misma se dan dos planos que se cruzan entre sí: el de la situación política del país en una época no determinada con exactitud y el complejo de Edipo que sufre uno de los personajes. Ambas situaciones se combinan para ofrecer una obra que es un eslabón imprescindible para el total conocimiento de la saga de Casaccia que comienza con LA BABOSA y concluye con LOS HUERTAS. En ella pueden apreciarse con toda claridad las características de este gran novelista paraguayo, cuya fama ha trascendido hace mucho tiempo las fronteras de la América hispanoparlante.
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"LA LLAGA" aparece en Buenos Aires en 1964, doce años después de que, al decir de Josefina Plá, con la publicación de "LA BABOSA" calzara botas de siete leguas a nuestra narrativa para hacerle dar un salto de cincuenta años. "LA BABOSA", que en su momento provocó la indignación de sus compatriotas, heridos en su amor propio, es hoy reconocida como uno de los monumentos de la literatura americana. "LA LLAGA" no tuvo la resonancia ni suscitó el escándalo que provocara "LA BABOSA", acaso por su engañosa sencillez de estilo y de estructura, acaso por la trivialidad aparente de la anécdota. "LA LLAGA" nos cuenta la historia de un muchacho sin carácter, cuyo padre se ha suicidado por motivos que no se revelan, y que siente una pasión casi morbosa por su madre, una cuarentona frívola y ligera de cascos enamorada de un pintor sin éxito, el cual, por pura irresponsabilidad y con la esperanza de salir de la situación miserable en que se encuentra, se enreda en una conspiración igualmente descabellada. Mediante esta intriga vulgar, a través de personajes igualmente vulgares,de episodios intrascendentes, tratados de una manera directa, naturalista, el escritor conforma una parábola, una metáfora del clima espiritual de una época. "LA LLAGA" sugiere mucho más de lo que dice, el contenido va mucho más allá de las palabras. Aunque Casaccia no elude el compromiso, no se trata esencialmente de una denuncia de vicios y arbitrariedades de tal o cual gobierno, sino de la quiebra del carácter que los hace posibles, que condiciona el curso de los acontecimientos antes que ser condicionado por ellos. Los personajes son autores de su propio destino, víctimas y victimarios de sí mismos. "LA LLAGA", que se lee con facilidad y sostenido interés, porque Casaccia es un admirable narrador, no está escrita, sin embargo, para gustar sino para conmover, para comprender. No en sentido superficial, anecdótico, sino en las fuentes mismas de las miserias del espíritu, abrumado por su inconsistencia interior y su contorno, que malogran, anulan y corrompen lo mejor que hay en el hombre. Al mostrarnos la debilidad de carácter, la inconsecuencia, la desidia, la irresponsabilidad, la cobardía moral, nos está diciendo que somos culpables de vivir en un pantano de aguas pútridas, atormentados por mosquitos, como dicen que están en las puertas del infierno las ánimas de los que en vida no fueron acreedores de elogio ni vituperio, indignos por igual de la bienaventuranza como de los horrores del infierno. Si no fuera por las resonancias que deja en el espíritu, "LA LLAGA" no pasaría de ser un novelón de segundo orden, pasado de moda por añadidura. Pero el lector me nos avisado siente, adivina, que hay algo detrás de la anécdota; algo que lo perturba, que remueve su conciencia y que lo irrita. Nadie sale ileso de la lectura de "LA LLAGA". Se percibe una indagación dolorosa en la cual las imágenes aparecen como símbolos convencionales, o si se quiere como ideogramas destinados a hacer comprensibles los confusos delirios del sueño de un angustiado. Pero, en vez de dramatizar y magnificar el tenso diálogo con las sombras. Casaccia los simplifica al máximo, los oculta discretamente, modestamente, con episodios de la vida corriente, vividos por personas corrientes, narrados con un lenguaje sencillo, sin relieves, en el que pareciera estar ausente la llamada voluntad de estilo, la persecución de la forma por la forma, pero, acaso por eso mismo, asombrosamente eficaz y adecuado a su objeto. Gabriel Casaccia ha sido comprendido y valorado por críticos profundos y por grandes escritores. Pero también sus libros están al alcance del lector común, que más que comprenderlos, los siente y adivina. Y esto es lo principal tratándose, de obras de arte. Hasta las reacciones negativas que provoca son el efecto del vigor de su mensaje. No adula, no hace concesiones, no se hace ilusiones. Es un testigo veraz e insobornable. Tal vez haya insistido demasiado en las sombras, olvidando la luz, que en "LA LLAGA", sin embargo, aparece como un atisbo, como una posibilidad de redención. Juan Bautista Rivarola Paoli Fuente, Portal GUARANI |
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